lunes, 30 de noviembre de 2015

Hasta siempre

Día .... sin ti:
No digo número porque ya he perdido la cuenta.
Siento lejanos tus besos.
Y ese calor que me libraba del frío del invierno.
Pensaba que esto jamás llegaría,
pero sí.
Ambos estabaís sentados, mirandóos,
como dos enamorados.
¿Qué era aquel sonido?
¿Mi corazón...
roto?
Pensé que ya lo habías destruido.
Pero nada jamás se destruye.
Ironías de la vida,
que quiere que sintamos que se rompe,
algo que ya esta roto.
Roto y vacío.
Porque desde aquel día,
desde aquel último beso,
de esos con sabor a despedida,
no recibí,
ni una mirada más,
de tus ojos café,
ni una palabra más,
de esos labios,
que ahora le pertenecen a ella.
 Por lo tanto,
aquí estoy,
sola, vacía, reemplazada, con frío,
y rota.
Pero no,
te pido que esta vez no vuelvas,
ya recogeré yo mis pedazos,
que si,
que soy torpe,
y se volverán a caer,
pero necesito hacerlo yo,
para pertenecerme a mi misma,
y jamás,
pertenecerte a ti,
es cierto, es cierto,
yo no puedo acompañarme a mi misma a casa,
ni puedo abrazarme,
tampoco tengo la fuerza de levantarme el ánimo,
o hacerme reír,
hace tiempo que eso se quedo atrás,
pero enserio,
no te preocupes,
ya habrá alguien que lo haga,
tú preocupaté por ella ¿si?
Hazla feliz,
tal como me hiciste a mi.
Cuidala,
se que sabes hacerlo.
Yo de momento,
me cuidaré a mi misma,
y ya vendrá alguien a ayudarme.
He de decirte que si,
que me siento sola,
pero es normal,
tranquilo mi niño,
tú siempre estarás presente.
Que te quiero,
y que me quiero.
Tú me enseñaste.
Hasta siempre,
vida mía.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Perdida

Que si, que ya esta aquí el otoño. Es difícil verte cada día, pasar a tu lado, y que nuestros ojos no se crucen, que no me alegres las mañanas con tus buenos días, con tus besos, que seas la razón de que madrugar merezca la pena. Te veo en los pasillos, oigo tu inconfundible risa, tu voz. Que ya no me abrazas si me encuentras. Tu sonrisa ya no va para mi, y los motes cariñosos, tampoco. Ya no me picas para verme sonreír. Y ahora que viene el temido frío, ¿quién me dejará las sudaderas? ¿Sabes? Me daba igual estar a 40 grados, y ponerme una de tus sudaderas, con que fuera tuya, con tu olor, ese que te caracteriza, me valía. En clase no podré estar con tu abrigo, ese que me queda enorme, pero que muerta de risa, decía que nada me favorecía mas.
Estoy rota, apuesto a que ya lo sabías.
Y ahora, me arrepiento, de haber tomado la decisión correcta. ¿Por qué decidí pensar en el que dirán? ¿Por qué me empeñé en que todo saldría mal? El miedo, el puto miedo de que todo vuelva a ir cuesta abajo, de que esta vez cayera, para no levantarme. Pero la verdad, que más hubiera dado si ahora estoy en una rampa que no deja de bajar, en la que el único freno posible serías tú, y ya no estás. Aunque, creo que me he metido en un callejón, que no se si baja, o está empezando a ir recto, porque en este callejón me he perdido. En efecto, estoy perdida. Y no como antes, en tu sonrisa o en tus ojos. No. Estoy perdida en si. Creo que me arrepiento de cada cosa que hago. Y es una etapa difícil, supongo que eres la causa de mi perdición. Ultimamente quiero gritar tantas cosas que no puedo.
Estoy atascada joder.
Y la verdad, es que solo me queda seguir la rutina, de sonreír como si no pasara nada. De tomarme a broma cada vez que digo que estoy mal. Que ya nadie lo note, porque no se expresarme, no se decir lo que siento, tal vez porque no lo se ni yo.
Tragarme todo, total, una vez más.
Se me hace hasta difícil escribir, porque no se expresar bien esto, es estar perdido, rodeado de gente pero solo, atascado en un punto en el que no hay dirección posible, ya que solo quiero tomar la prohibida.
Y siento ganas de derribar ese cartel que pone prohibido, aunque todos sabemos que es mejor, que haga yo, un nuevo camino.

martes, 1 de septiembre de 2015

Promesas

Y juro,
que lo pensé,
pensé en irme,
alejarme,
borrar todas nuestras fotos,
nuestras canciones,
y tirar aquella puta pulsera,
al mar.
Pero cuando la cojí,
leí tu nombre,
y la volví a guardar en aquella caja,
con candado y cerradura.
Fui a borrar nuestras fotos,
pero sólo logre verlas,
otra vez más.
Y las canciones...
¿Qué decir?
Las escuché,
y las canté,
imaginando que seguías a mi lado,
escuchando mi penosa voz,
y a pesar de ello,
decías que nunca habías escuchado nada tan bonito.
Pero supongo,
que he de aceptar,
que todo a cambiado,
ya no te puedo enviar un mensaje,
mucho menos darte un beso,
[de esos nuestros]
delante de todos,
ni a solas.
Y que,
cuando necesite un payaso,
tendré que contratarlo,
porque ya no estará ese idiota que me hacía reír.
Y cada vez que te veo,
siento que todo esta bien.
Pero veo que te vas,
que ya no hay nada que nos una,
sólo los recuerdos.
Que los recuerdos se quedan,
y las personas se van,
es algo que debemos aprender.
Y me siento extraña,
rara,
distinta,
vacía,
sin ti.
Soñadora,
soñando con el amor verdadero.
Ese que tuve,
y perdí.
La verdad,
es que no se como terminar esta estupidez,
esta que nunca leerás,
supongo que con un Hasta siempre.
Pero,
ni soy tan simple,
ni esto es tan sencillo.
Por lo que te escribo,
que fue un placer,
a ver coincidido contigo,
en este enorme mundo,
en esta corta vida.
Y a pesar,
de nuestros mas,
y nuestros menos,
fui feliz,
como nunca antes,
y te juro,
que eso,
no lo voy a olvidar,
nunca.

miércoles, 22 de julio de 2015

Él y ella

Él y ella,
ella y él.
Eran dos personas bastantes distintas, pero iguales. Él era el mayor, su coraza indicaba que era fuerte, valiente, capaz de luchar contra la oscuridad que se cierne sobre este mundo. Ella, pequeña, parecía débil, que necesitaba ser protegida. Pero os diré un secreto, nada es lo que perece, y esto tampoco, ya que él era frágil, se quebraba facilmente, ella, en cambio, se sentía obligada a ser la fuerte, por él, por ella, por ellos. Se complementaban bastante bien, tenían gustos parecidos, y pequeñas casualidades ridículas que a ellos les parecían enormes, que el destino les indicaba que eran tal para cual. Y cuando la gente les veía de la mano, felices, riéndose... Pensaban igual.
Denominaban a su relación perfecta, a pesar de todas las grandes imperfecciones que tenía.
Era gracioso, cuando estaban en casa de él, y ella le descolocaba la habitación, al igual que la cabeza. Cuando la mandaba esconderse en el armario porque oía un ruido o cuando ponía música, cantaba y él se reía. Ambos sabían lo mal que cantaban los dos, pero cantaban juntos, y se volvía mágico. 
Cuando quedaban en la calle, y ella se ponía encima de él y le contaba historias sobre su futuro, su pequeño piso en la playa, sus dos hijos... ella tan imaginativa que se quería comer el mundo, siempre con él. Pero esas historias nunca terminaban porque él la callaba con un interminable beso.
A él le encantaba hacerla de rabiar, y hacer que saliera corriendo detrás suyo, hasta caerse al suelo de la risa, ella le mataba a cosquillas, él la mataba a besos.
Sus mil fotos, que las personas se morían de envidia al verlas.
Ella dispuesta a hacer todo por él.
Él dispuesto a hacer todo por ella.
Compartían cada detalle de sus absurdas vidas, siempre estaban ahí cuando el otro le necesitaba.
Pero llego un momento, ni ellos saben el porqué, en el que todo comenzó a cambiar. Antes habían tenido piques como todas las parejas, pero no habían llegado a una buena pelea, lo suyo era de ¿un pique? Al segundo ambos se disculpaban y se arreglaba.
Pero estas veces no era así, él se enfadaba, ella lloraba. Hasta que a ella le entró rabia y decidió dejar de disculparse, que lo hiciera él, comenzaba el orgullo.
Una vez, en uno de estos enfados, lo dejaron, dejaron todo atrás. Así, de repente.
Pero después, vino el error más grande. Al ver que se necesitaban, decidieron darse otra oportunidad. Pero joder, esa magia que les caracterizaba, ya no estaba, se había esfumado, estaban juntos porque se necesitaban, pero no eran felices, ninguno de los dos, peleas cada día, insultos, llantos, echar en cara... Paso un tiempo, a pesar de seguir juntos dejaron de hablarse, ella decidió ir a buscarle a casa, él justo volvía, pero, no la miro, la dejo, sola, llorando, en aquella acera. La dijo que le dejara, se lo suplicó, porque él no podía, la verdad es que ella tampoco. Pero entendieron, que juntos se mataban lentamente, y ya no a cosquillas o a besos. Y esta vez definitivamente, se dijeron adiós.
Él tenía un miedo tan inmenso de perderla de nuevo, que la perdió.
Y mientras él parece de nuevo feliz, rehaciendo su vida, con otras chicas, nuevas formas de vida.
Ella... Pues bueno ella, sigue diciendo adiós, porque no es capaz de estar sin él, aunque sea lo mejor.
Se alegra por el pero...
Se siente vacía.
Me siento vacía.

lunes, 25 de mayo de 2015

Y, enamorada.

Una mirada.
Un whatssap.
Una conversación.
Un simple saludo.
Un guiño.
Y otro whatssap.
Miradas furtivas.
Sonrisas robadas.
Una quedada.
Un roce.
Y otra sonrisa.
Un beso.
Sonroje de la piel.
Besos.
Besos.
Miles de besos.
Lenguas juguetonas.
Una mano traviesa.
Una carcajada.
Abrazos.
Caricias.
Alegría.
Un beso fugaz.
Un adiós con la mano.
Sueños.
Semana sí.
Semana también.
Peleas.
Reconciliaciones.
Celos.
Desconfianza.
Indiferencia.
Orgullo.
Fin.
Lágrimas.
Impotencia.
Rabia.
Tristeza .
Semanas.
Amistad.
Simple amistad.
Quedar.
Conversación.
Terminada en besos.
Y más besos.
Una promesa.
Miradas con más brillo que una estrella.
Corazones al unísono.
Almas unidas.
Manos entrelazadas.
Sonrisas,
de nuevo.
Esperanzas.
Meses.
Felicidad.
Futuro.
Y,
    enamorada.